sábado, 20 de junio de 2009

Banderas e historia fuera del Closet

Hay una imagen que construimos socialmente y que está atravesada por prácticas de poder. En esta construcción van a intervenir múltiples factores: la memoria y el olvido, las negaciones , los rechazos, los deseos, las represiones. Para ello el poder será el catalizador , el que dirija hacia donde van nuestras imágenes, en el proceso de modelar nuestros cuerpos, nuestras mentes, en el intento de esculpirnos a su imagen y semejanza.

Para ello es necesario montar el espectáculo, poner en juego una serie de prácticas, montajes de ficción , abrir el telón, y lograr que los espectadores y espectadoras crean que lo que allí sucede es verdad, lograr que nos identifiquemos con lo que - apelando a nuestros deseos y emociones - se pone en escena.

¿Qué es lo que se pone en escena? Se despliegan mitos sobre nuestros orígenes, próceres de bronces que forman el panteón al que adoraremos, y UNA bandera, única, que unifique la nación entera, que nos identifique , que nos conceda una identidad.

Soy Argentino (así, en masculino) es la imagen que me devuelve la ficción montada. Una identidad, una sola manera de percibirnos pertenecer a una comunidad imaginada, una identidad excluye, deja afuera otras tantas identidades de las tantas otras que construimos e iremos construyendo a lo largo de nuestras existencias perturbadoras.

Pero donde el poder modela, los otras, otros, nosotres, derretimos con el calor de nuestras luchas irreverentes cualquier molde. A una imposición de la heteronormatividad resistimos desde la disidencia sexual. A una voz uniformada como voz de mando, resistimos desde voces diferentes. A UNA identidad resistimos construyendo nuestras diversas identidades, y - por supuesto - a una bandera le respondemos con la multiplicidad de colores y de banderas que nos cuentan otras historias y otras pertenencias…

Por eso hoy, que es 20 de junio, vamos hablar de la bandera, pero no de la que te estás imaginando, sino de otra bandera, multicolor, esa bandera del arcoiris que se ha convertido en símbolo de la lucha y la resistencia de los movimientos LGTB.

Y te contamos que esta bandera se crea en 1978, a partir de un concurso que organizó el Comité del Orgullo Gay de San Francisco. El ganador de ese concurso fue un artista plástico, Gilbert Baker, y su diseño original tiene 8 franjas horizontales con diversos colores. Cada color posee un significado especial:
  • el rosa subido 'fucsia', la sexualidad
  • el rojo, la vida
  • el anaranjado, la sanación
  • el amarillo, la luz del sol
  • el verde, la armonía con la naturaleza
  • el turquesa, la magia y el arte
  • el índigo, la armonía
  • el violeta, la espiritualidad
El diseño original sufrió tres modificaciones, según ATTTA (Asociación de travestis, transexuales y transgénero de Argentina). En 1979, año de la primera aparición masiva de la Bandera Arcoiris, el rosa subido -fucsia- no se producía industrialmente, por lo que la primera franja se omitió. Paradójicamente, la Bandera Arcoiris que hoy es el emblema GLTTB más extendido en el mundo es una bandera castrada, ya que omite el color que significaba la sexualidad. Luego, se decidió eliminar las franjas turquesa e índigo, ya que los organizadores de la marcha necesitaban que la bandera contuviera un número par de franjas para poner la mitad de un lado de la calle, y la otra mitad del otro. Estas dos se sustituyeron por una franja de azul, que es la versión más conocida en la actualidad. Y lo interesante es que no hay un orden establecido, cualquier color puede ir en cualquiera de las franjas.

Esta bandera no se diseñó sólo como un símbolo de diversidad, sino como el símbolo de la lucha cotidiana por una vida digna. No es una bandera exclusivista, para marcar diferencias con cualquier otro sector -uso que es común para las banderas nacionales-, sino que es una bandera que dice “aquí estamos, en la calle, una multiplicidad que se resiste a ser clasificada, ordenada, domesticada. Aquí estamos, y háganse a la idea: porque de aquí no nos vamos a ir”.

Retomando esa conversación tan interesante que tuvimos con Osvaldo Bazán, vamos a seguir “sacando a la patria del clóset”. Su libro “Historia de la homosexualidad en la Argentina” relata, más que la historia de la homosexualidad, la historia del castigo, la represión, la descalificación o la condena que soportó toda forma de sexualidad que se apartara de la “normalidad” a lo largo de los siglos.

Y le preguntábamos también a Osvaldo acerca de un mito, muy difundido, que tiene que ver con la homosexualidad – o supuesta homosexualidad – de Belgrano. Un mito en que se cruzan la incredulidad (¿será? Y si es…¿sera posible pensar un héroe que se aparte de la masculinidad hegemónica?), la incomodidad (¿cómo seguir “defendiendo” un lugar en el panteón de los bronces para alguien que porta semejante imperfección-pecado-delito-enfermedad?), la sospecha (¿habrá sido entonces merecedor de tanta gloria?¿qué otras facetas ocultas, inconfesables, aparecerán si indagamos un poco más?).

¿Por qué este mito que obsesiona por igual a los defensores de la pureza heterosexual del prócer como a quienes desearían la improbable confirmación del héroe como abanderado gay de la historia? Una polémica que habla, sobre todo, del estado del prejuicio en Argentina, y de qué intereses se ponen en juego cuando se apela a la descalificación, apoyándose en la idea de una única masculinidad posible.

Algo más que queremos contarte acerca de esta Historia de la homosexualidad, es que está dedicada, casi paradójicamente, a “los prejuiciosos, los crueles y los necios, que me hicieron buscar respuestas”.


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Homofóbicos, lesbofóbicos, misóginos, bifóbicos y transfóbicos ABSTERNERSE de comentar!!

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