sábado, 27 de junio de 2009

Elecciones revueltas, revueltas elecciones


En una semanda donde se mezaclaron elecciones, gripes y contagios, y un aniversario particular: el de la revuelta, de los insumisos e insumisas de Stonewall y de todo esto estaremos conversando hoy con vos en Sin Clóset.

Próximas, próximos, a las elecciones que se van a realizar en el país el domingo, estaría bueno pensar en esto de la posibilidad de elegir. La palabra elegir merecería toda una reflexión. Toda una interpelación merecería esta democracia dominguera, burguesa, capitalista, patriarcal, tratista, hipócrita, moralista… que se puede solamente mirar por tv…

Porque estamos convencidas de que nuestros sueños no caben en sus urnas, nuestros cuerpos, nuestros deseos, nuestras elecciones insurrectas, nuestras voces, nuestros gritos, nuestras calles….

Como esas calles en las que un 28 de junio, pero esta vez en 1969 y en la ciudad de Nueva York, un grupo de diversidades se opuso a la prepotencia policial, resistiendo una de esas razzias que ya eran casi una costumbre en el Stonewall Inn, un boliche concurrido habitualmente por….. ¿por quiénes? El mito de origen nos dice que allí había gays, travestis, lesbianas, trans.

Si bien no fue la primera expresión pública de reclamo por los derechos LGBT, ese 28 de junio, quienes estaban allí resistieron por tres días el arresto y se animaron a decir públicamente NO: no a la arbitrariedad policial, no a la discriminación, no a la privación de nuestros derechos.

La Revuelta de Stonewall marcó un hito en la historia, y desde entonces se estableció como “Día del Orgullo lésbico-gay-trans-bisexual”, la fecha ha sido adoptada a nivel mundial como un día en el que volvemos a salir a la calle, un día de lucha por lograr que la consigna “Ni un derecho menos” sea cada vez más real.

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Y hay sonidos extraños para nuestros oídos, como el piano y la voz de Diamanda Galas. Una mujer contradictoria, enigmática, versátil, compositora y artista, cuya excepcional voz tiene una riqueza de matices y registros pocas veces encontrada en el mundo de la música. Vivió y creció en Nueva York, hija de un pianista de jazz ortodoxo, que le prohibía cantar en público por ser mujer, estuvo allí. Allí, sí en Stonewall, y quizás haya sido ese piano y esa voz, el que se escuchaba precisamente la noche del 28 de junio. O quizás, no. Porque este es un relato más de los tantos relatos que se construyen para explicar alguna que otra realidad o hechos.

Considerada una de las mujeres más transgresoras del siglo XX, no sólo encabezó la revuelta del famoso Stonewall Inn, sino que convirtió el juicio que se celebró contra la población homosexual de Nueva York en un juicio contra la doble moral estadounidense. No contenta con condenar la opresión a la que prostitutas, transexuales, travestis, gays y lesbianas sufrían en Manhattan, consiguió que el obispo de St John the Divine le cediera la catedral, una de las más grandes del mundo, para ofrecer un concierto para recaudar fondos para los enfermos de SIDA.

Eran los 80, y de boca de los católicos salían condenas hacia los gays, y profecías sobre un castigo divino que en forma de VIH condenaría a los impíos. En ese momento, Diamanda se enfrenta al Papa, y proclama, que si Dios es quien envía el SIDA a modo de castigo, desde ese momento ella se erige como Novia de Satanás.

Debido a su disco "Saint of the pit", repleto de salmos homófobos y misóginos, consiguió que varios altos cargos del Vaticano dieran su visto bueno para que ella participara en los 90 en un festival religioso. Nunca se imaginaron que aquellos salmos bíblicos eran una dura crítica a la Iglesia. Y Diamanda, dispuesta a vengarse de todos aquellos que se alegraban de la muerte de los enfermos de SIDA; entre ellos su hermano, decidió salir al escenario, frente a toda la cúpula política de la Iglesia, crucificada, desnuda, bañada en sangre, en un escenario en llamas, y gritando con toda su alma en italiano IO SONO L´ANTICHRISTO ("yo soy el anticristo"), para asegurarse de que todos los presentes entendían su mensaje de odio hacia la iglesia homófoba.

Desde entonces ha colaborado incluso con Amnistía Internacional, denunciando la memoria del genocidio armenio, la marginación de los enfermos terminales, los experimentos que se llevaron a cabo con humanos durante la II Guerra Mundial, llevando incluso una campaña muy fuerte en Estados Unidos contra la pena de muerte, defendiendo hasta el último día la vida de Eileen Wuornos (conocida por todos gracias a la película "Monster").

Musicalmente ha hecho una labor excepcional recogiendo canciones populares de campesinos, cánticos espirituales de esclavos negros, poemas sirios plagados de sufrimiento y dolor perdidos durante años. Ha puesto en su boca palabras de poetas, de cantautores, griegos, estadounidenses, mexicanos, armenios, franceses, italianos.. Pasolini, Baudelaire, Bob Dylan, Phil Ochs, Sinatra, Holiday, Brel... La hemos oído en muchas bandas sonoras desde "Drácula", hasta "Asesinos por naturaleza".

"Puta, santa, demonio, amante, loca o ángel, no hay otra voz en el rock, el jazz o la vanguardia musical con su violencia, con su abrasadora pasión y pura fuerza elemental", así hablaba de ella la prensa inglesa..

Y no sabemos con certeza si efectivamente esta Diamanda estaba allí, pero si no estaba alguna otra estaría cantando estos sonidos, y en definitiva, lo que nos interesa es justamente corrernos del lugar de las certezas, poder pensar.

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Cansadas de la humillación que padecen en cada votación, la comunidad trans lanzó una campaña contra la discriminación, pidiendo además la urgente aprobación de una Ley de Identidad de Genero y la unificación de padrones.

La idea surge de Ariana Cano, la primera locutora transexual del país, que llama a las personas travestis, transgeneros y a cualquiera que quiera sumarse a manifestarse en la puerta de los colegios pacíficamente pidiendo el fin de la discriminación. "Cada vez que debemos presentarnos a votar es la misma humillación y burlas de parte de los fiscales y de la gente que está esperando para realizar su voto. Están viendo una persona travesti que no debería estar en esa mesa, simplemente porque el Estado no quiere reconocer nuestra identidad de género".

El sistema electoral establece que hombres y mujeres voten en mesas separadas que se implementó cuando no existían los DNI y se sufragaba con Libreta Cívica, las mujeres, o de Enrolamiento, los hombres. Es que en los viejos documentos un hombre y una mujer podían tener el mismo número de identidad.

El hecho de que hombres y mujeres voten en mesas separadas, tiene una explicación técnica. El voto femenino se estableció por ley en 1947 y se puso en práctica en 1951 -casi 20 años antes de que comenzara a utilizarse el Documento Nacional de Identidad- y determinó que se crearan padrones separados, para evitar la superposición numérica.

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