sábado, 1 de agosto de 2009

Ser BI, ser o no ser

Hoy Sin closet cumple 20 programas
20 intentos de decir
20 formas de emitir otras voces
20 veces exigiendo ningún derecho menos
20 sueños hechos palabras, músicas y sonidos
20 programas balbuceando lenguas diferentes
20 programas contándote lo que vamos siendo
¿Para quién, para quiénes estos 20 programas?
Para nosotras, para ustedes otras,
para ustedes otros, para ustedes otres
Para ir construyendo sonidos, palabras,
imágenes que nos nombren, que nos susurren, que nos muestren.
Celebramos la disidencia, la rebeldía, nuestros cuerpos,
nuestros deseos, nuestras palabras y estos 20 programas.

Y en este programa número 20 que estamos celebrando, también queremos que nuestra voz se escuche para denunciar y repudiar la violencia que Ian y Andrea, una pareja de La Matanza, vienen soportando desde hace tiempo y en distintas formas. Una violencia que el 19 de julio del año pasado se expresó impunemente con brutales agresiones físicas, además de amenazas de muerte por parte de dos vecinos. ¿Cuál es el motivo de estas agresiones? Ian es un varón trans, ama a Andrea, vive con ella. De eso se trata. Una vez más, la violencia sexista y heterosexista intenta imponerse a los golpes para “normalizar” a quienes se atreven a vivir, amar, desear, apasionarse, a ser felices, por fuera del mandato. Una vez más, desde Sin Closet, nos solidarizamos con Ian y Andrea, que decidieron hace pocos días hacer pública su situación y comenzar a exigir justicia, y con todos los Ians y todas las Andreas que todos los días, en todos los lugares, se empecinan en hacer valer su derecho a una vida vivible.

En el programa anterior hablábamos de la identidad, ese lugar desde donde se nos nombra, o ese lugar desde donde nos reconocemos, pero también escuchábamos la voz de Juan Péchin, este compañero activista y sociólogo del Área Queer de la UBA, que nos ponía en el lugar incómodo de la no pertenencia, de la posibilidad de múltiples identidades, de romper con los estereotipos que nos encasillan en lugares que se convierten en nuevos armarios. En este sentido, abrimos un debate, que queremos retomar hoy.

Para seguir problematizando y pensando las identidades, te proponemos otra voz, otra historia, la voz de Alejandra Sardá, una activista feminista y de los derechos sexuales, que se define bisexual, y nos invita a pensar en la bisexualidad como entidad política, como posibilidad de ruptura de los binarismos (a pesar del “bi”), de esa partícula de dos letras que pareciera instalarnos nuevamente en la dicotomía.

Ser bi se piensa muchas veces como un lugar de indefinición, un lugar de tránsito, un lugar que resulta cómodo para alguien que no se anima a decir que es lesbiana, o que es gay. Éste, el del lugar provisorio y ambiguo, es uno de los mitos que rodean a la bisexualidad. Y hay otros, por ejemplo el que dice que infidelidad y la promiscuidad serían casi “naturales” en las personas bi. Otro, tiene que ver con la idea de fidelidad y la posibilidad de mantener parejas monogámicas. Pareciera, que son mas fáciles para quien tiene claro “para qué lado patea”, “de qué lado está”.

¿Orientación sexual o desafío a esa categoría? ¿Identidad en tránsito o ninguna identidad? ¿Una identidad o múltiples identidades? La bisexualidad se enuncia en la sigla que enumera la diversidad –en la b de Lgbtti– como un acto que es políticamente correcto. Pero las y los bisexuales, muchas veces, no encuentran lugares de pertenencia, reciben miradas de desconfianza y hasta les cae el mote de hipócritas por no cuadrarse dentro de definiciones más clásicas. Alejandra nos hablaba de lo que sucede cuando la sigla o el acrónimo, LGTTTBI, en ése u otro orden, se corporiza en sujetos y sujetas, en cuerpos concretos, reales.

De la bisexualidad podría decirse que, antes que ser una orientación sexual, la bisexualidad pondría bajo sospecha la orientación sexual como categoría. Ser y no ser: ésa sería la cuestión en un mundo en que no tener un sólo sexo como objeto de deseo constituye una excepción a la regla, y constituye también un desafío en términos políticos. ¿Cuál es la radicalidad de lo bi en términos políticos?

José Antonio Hernández Reyes, activista bisexual, nos dice que lo disruptivo de la bisexualidad no radica tanto en los deseos y/o prácticas bisexuales, sino en el atrevimiento de reconocerlos. “Algunos bisexuales -dice- al decir que somos bisexuales también estamos reinvidicando que el deseo por hombres y por mujeres puede coexistir, que nos sentimos orgullosos de nuestras prácticas o de nuestras fantasías. Que la bisexualidad ha sido algo que ha marcado nuestras vidas y que hemos sufrido desconocimiento y por ello nos es importante decirlo, y elegimos esta palabra para expresarlo: Bisexual.”

Esa capacidad de “estar siendo” y no de “ser” que entraña la bisexualidad es expresión de una libertad que es preciso reivindicar y aceptar en sí misma. Una libertad que nos invite a desbaratar las mitades que haya dentro nuestro para que todo se mezcle. Porque entre dos opciones, podemos elegir una, u otra. Pero también podemos elegir recorrer una un tiempo y luego saltar a la otra, o podemos elegir inventar otras nuevas, diferentes, múltiples, o podemos elegir no elegir."

Escuchá el programa Nº 20 de Sin-Closet



Descargá el programa

http://rapidshare.com/files/262669530/01_08_09.mp3

Homofóbicos, lesbofóbicos, misóginos, bifóbicos y transfóbicos ABSTERNERSE de comentar!!

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