Lo primero que se ven son cuerpos: cuerpos charolados por el revoleo de una mirada que los unta; cuerpos como películas de tul donde se inscribe la corrida temblorosa de un guiño; la hiedra viboresca de cuerpos enredados (drapeado en erección) al poste de una esquina; cuerpos fijos los unos, en su dureza marmoleante donde se tensa, preámbulo de jaba, jadeo en jade, la cuerda certera de una flecha; cuerpos erráticos los otros, festoneando el charol aceitoso con rieles en almíbar caricias arañescas que se yerguen al borde de la vereda pisoteada.
Cuerpos que del acecho del deseo pasan, después, al rigor mortis. En enjambre de sábanas deshechas las ruinas truculentas de la fiesta, de lo festivo en devenir funesto: cogotes donde las huellas de los dedos se han demasiado fuertemente impreso, torsos descoyuntados a bastonazos, lamparones azules en la cuenca del ojo, labios partidos a que una toalla hace de glotis, agujeros de balas, barrosas marcas de botas en las nalgas.
Transformación, entonces, de un estado de cuerpos. ¿Cómo se pasa de una orilla a la otra? ¿Cómo puede el deseo desafiar (y acaso provocar) la muerte? "Homosexual asesinado en Quilmes". De vez en cuando, noticias de la muerte violenta de las locas ganan, con macabro regodeo, pringan de lama o bleque los titulares sensacionalistas, compitiendo en fervor, en columna cercana, con las cifras de las bajas del Sida. Ambas muertes se tiñen, al fin, de una tonalidad común. Lo que las impregna parece ser cierto eco de sacrificio, de ritual expiratorio. La matanza de un puto se beneficiaría, secreto regocijo, de una ironía refranera: "el que roba a un ladrón..."
Por todo esto que tan bien describen las palabras de Néstor Perlóngher que escuchabas recién, de “Matan a un marica”, y que se reactualiza una y otra vez, cuando pensábamos este programa nos preguntábamos si no podríamos dedicarlo a tanta mierda. A tanta mierda, tantos hechos de violencia, de homofobia, lesbofobia, transfobia de los que tuvimos noticias en los úlitmos días. Por eso, junto con Osvaldo Bazán, se lo dedicamos a “los prejuiciosos, los crueles y los necios”, que nos hicieron buscar respuestas.
La música, la poesía, la literatura en general, el cine, forman parte de nuestras vidas, nos hablan de quiénes somos, de cuáles son nuestros prejuicios, de nuestras formas de amar, de luchar, de sufrir, y de gozar. Nos devuelven imágenes, sonidos, palabras, son las herramientas disponibles para ir construyendo nuestras formas de pensarnos, de imaginarnos, de soñarnos. Muchas veces hemos hablado de aquellas imágenes que nos devuelve el poder hegemónico ¿Cuáles son las imágenes disponibles, los sonidos posibles, las escrituras que nos cuentan de amores y desencuentros de personas que aman otros amores, que sus cuerpos interpelan , desafían la pobre posibilidad de sólo dos? Así las imágenes disponibles, los sonidos que nos devuelven tienen que ver con generar risa, o darnos miedo, o provocar pena.
Todo ese mundo de representaciones que circula en la sociedad nos deveuelve imágenes palabras incapaces de nombrarnos, dice en su libro Adrián Melo “cuando eres gay y nunca jamás ves eso reflejado en la pantalla empiezas a sentir que algo anda realmente mal”. Y si a eso le agregamos que lo que hay disponible siempre termina en forma trágica, nunca un final sin castigo o cuando se nos devuelve imágenes monstruosas o de vampiros/as sedientas de sangre, nos volvemos completamente invisibles en esto que somos o que estamos siendo.
A lo largo de nuestras historias, de la tuya de la nuestra, seguramente habras recurrido a imágenes sonidos, aunque sea prestadas, para identificarte, como gay/lesbiana/trans/bi, que se dice de nosotras, nosotros, nosotres. Por eso hoy te proponemos empezar a recorrer un camino que construyamos juntos, juntas, juntes, y que rompa con las imágenes , los sonidos, las palabras, que el poder hegemónico, patriarcal, hétero.. y capitalista quiere que tengamos a mano. Aquí van otras…
Vamos a mezclar sonidos, músicas e historias diversas…en tiempos y lugares diversos, que reflejan historias diversas.
Piotr Iilch Tchaikovsky. Hablar de él, es abordar uno de los temas tabúes que todos conocen y que todos callan sobre los hombres y las mujeres de la historia del arte. Nació en 1840. El segundo de cinco hermanos. Cuenta la historia oficial que a los seis años, el pequeño hablaba perfecta y fluidamente el francés y el alemán, que su institutriz suiza Fanny estaba encantada con este niño sensible que cada vez que era regañado quedaba muy afectado, lo cual llevó a la institutriz a darle el apelativo de “criatura de porcelana”.
Continúa la historia diciendo que a los 10 años tuvo su primera novia, que a los 14 le declaró su amor a la que iba a ser su segunda novia hasta cumplir los 18 años, y que a lo largo de su vida, Tchaikovsky mantendría relaciones platónicas con dos mujeres mayores que él. Su madre murió en 1854 a causa del cólera, lo que siginificó para él un terrible golpe. Esta muerte y el calificativo de neurótica para su madre y para él fueron los argumentos, posteriores a su muerte, que intentaban explicar la “extraña” personalidad del músico eludiendo la verdad de su sexualidad (de paso se alude al carácter neurótico, misógino tiro por elevación hacia las mujeres).
Se casó con Antonina Miliukova, que había sido su alumna. Ella le escribía y él no le contestaba pero cuando ella amenazó con matarse si seguía sin responderle, decidió visitarla. Le pareció "agradable, con una mediana educación", y decidió casarse para satisfacer al padre que lo presionaba, y para acallar todo rumor sobre su homosexualidad y así cumplir con su destino. Siempre consideró a sus preferencias sexuales como un vicio, una tara trágica, vergonzosa, inconfesable e irregular. Se casaron pero no fue como en los cuentos, no fueron felices. Piotr fracasó en su intento de cuidar las formas, nunca pudo sentir deseo por Antonina, y luego de dos meses, se separaron y él se fue a Suiza.
Amores ocultos, amores en los armarios del siglo xix. Y como fue un tabú su sexualidad también lo fue su muerte y sus biógrafos se debaten en si murió tomando agua con cólera, muerte que lo hacía mas romántico puesto que moriría como su madre o si tomo arsénico. Uno de los mayores compositores rusos, que amaba hombres, que no pudo decirlo ni decírselo a si mismo, que vivía atormentado, otras historias de amor y sonidos para apropiarse.
Y hay muchas más historias, diferentes y al mismo tiempo tan semejantes. Otras como la de Cássia Eller, brasilera, que construyó a fuerza de estilo y talento una leyenda que adquirió una dimensión impensada después de su muerte. Vivió sus últimos años junto a su compañera, María Eugênia Vieira Martins, quien al morir Cássia pidió la custodia de Francisco, el hijo de la cantante. Su reclamo revolucionó a la sociedad brasileña y sentó un precedente sobre la legalización de las parejas gays y lesbianas y sus familias.
Durante el breve tiempo que transcurrió su carrera, Cássia alimentó sin siquiera pensarlo su insólita leyenda que incluía no sólo asumir públicamente su condición de lesbiana, y la práctica de una libertad absoluta dentro y fuera de cada show. Su música era bastante ecléctica, interpretaba canciones, escribía otras, yendo de obras clásicas “El tiempo no para”, de Cazuza, o el sonido metalero de Nando Reys con latigante estribillo: “Sólo pido de Dios un poco de malandraje... pues soy poeta y no aprendí a amar”.
El 2 de enero de 2002, Cássia muere, y su muerte fue calificada de dudosa. María Eugênia, reclamó entonces la custodia de Francisco, pero el abuelo del niño, padre de Cassia, se oponía a que la tenencia quedara en manos de María Eugenia y por lo tanto se inició un largo proceso judicial que finalmente María Eugenia ganó: Francisco, hasta la fecha, continúa a su lado. “Luego de morir Cássia, en ningún momento pude pensar siquiera en la posibilidad de quedarme sin mi hijo”, es lo que decía María Eugenia en ese momento, según relata en un reporaje realizado por Alejandra Sardá para el libro "Madres lesbianas", editado por la escritora Sara Espinosa Islas, que describe el caso.
Si alguien le hubiera pedido su propio autorretrato, Cássia respondería con la frase incrustada como joya de último disco: “Soy fiera-soy bicho–soy ángel-soy mujer-soy mi madre-mi hija-mi hermana-mi amante. Pero soy mía-sólo mía y no de quien quisiera. Soy dios, soy tu diosa. Oh, mi amada. Oh, mi amor”
Escuchá el programa Nº21 d eSin-Clóset
Descaragá el programa
http://rapidshare.com/files/265634922/080809.mp3
Homofóbicos, lesbofóbicos, misóginos, bifóbicos y transfóbicos ABSTERNERSE de comentar!!
sábado, 8 de agosto de 2009
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